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lunes, 14 de setiembre de 2009

PERU: Indios y Politica - Adrianzen - Cornejo

El indígena como límite

Por Alberto Adrianzén M.

La República, Lima, Sábado, 05/09/2009

http://www.larepublica.pe/disidencias/05/09/2009/el-indigena-como-limite

A fines de agosto se cumplieron seis años de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Sin embargo, cabe preguntarse por qué, hasta ahora, el informe genera polémica, levanta pasiones y se avanza tan poco en el cumplimiento de sus recomendaciones. Una respuesta es por la resistencia de los militares. La otra es por la existencia de sectores proclives al militarismo y, también, enemigos de todo aquello que se llame derechos humanos.

Lo que quiero proponer como hipótesis es que la oposición al informe de la CVR se debe a que las víctimas eran mayoritariamente indígenas y que este hecho define el límite del igualitarismo de determinados sectores sociales y políticos en el país.


Paul Krugman en su libro Después de Bush señala lo siguiente: “Una tesis fundamental de este libro y que puede incomodar a más de un lector es que la cuestión racial resulta de capital importancia a la hora de explicar lo que ha sucedido en el país que crecí. En efecto, las secuelas de la esclavitud –el pecado original de Estados Unidos– son la causa de que seamos la única economía avanzada del mundo que no garantiza la atención médica universal a sus ciudadanos. La violenta oposición de la población blanca contra el movimiento pro derechos civiles es la causa de que Estados Unidos sea el único país avanzado en el mundo en el que un partido mayoritario (se refiere al Republicano) quiera revocar el Estado de Bienestar”.

Lo que Krugman dice es que el igualitarismo en EEUU tiene un límite. Ese límite son los negros. Por eso cuando el Estado de Bienestar incorpora a este sector y ello converge con la ampliación de los derechos civiles a favor también de los negros, el igualitarismo de los blancos llega a su fin. Krugman señala muy bien cómo las bases sociales y electorales que apoyaron la política del “New Deal” cambiaron de postura cuando la igualdad llegó a los negros. En realidad, el movimiento neoconservador se construyó sobre tres pilares fundamentales: la defensa de los grandes capitalistas, la defensa del libre mercado y el racismo.

Me parece que esta misma idea se puede aplicar en el Perú. Si a seis años de su presentación el informe de la CVR continúa causando polémica y hasta oposición es porque estamos hablando de los indígenas. Ahí concluye la conciencia igualitaria de determinados sectores sociales y políticos. El límite, por lo tanto, son los indígenas. Por eso se puede parafrasear lo que dice Krugman: la tesis fundamental de este artículo y que puede incomodar a más de un lector es que la cuestión racial resulta de capital importancia a la hora de explicar lo que ha sucedido en el país al conocerse en informe de la CVR.

Es el racismo, finalmente, lo que explica este comportamiento frente a las víctimas de la violencia. Ellos no pueden ser iguales, ni tienen derechos humanos porque no son “humanos”. Como dice el informe de la CVR el 75% de las víctimas de los años de la violencia fueron andinos y muchos de ellos quechuahablantes, es de decir, indígenas y pobres de nuestra patria.

En realidad, la manera en cómo determinados sectores han procesado el informe de la CVR, es muy parecido a la manera en cómo estos y otros sectores se enfrentan al drama de la educación y la salud del pueblo. Que esto sea así se debe a que los involucrados en esta tragedia nacional son los pobres que también son vistos como “indígenas”.

El caso extremo es la discusión sobre el número de víctimas. Ello, además de mezquino, es un acto poco compasivo con los otros distintos a uno. Es negarle su condición de víctimas para bloquear cualquier acto de solidaridad con ellos. Cuando en una sociedad no hay compasión ni solidaridad tampoco hay igualdad ni democracia. Lo que hay es racismo. Por eso nuestro “pecado original” continúa siendo la colonialidad.

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Debates sobre la izquierda y la colonialidad del poder

Escrito por Roberto Bustamante

Fecha de publicación en elmorsa: 7 Sep, 2009

http://www.elmorsa.pe/2009/09/07/debates-sobre-la-izquierda-y-la-colonialidad-del-poder/

José Cornejo, filósofo y autor de Filosofía y socialismo del siglo XXI: ensayos críticos (Editorial Fauno), me envía un carta abierta y respuesta a Adrianzén. Su lectura es interesante para pensar (sí, todavía es importante) el posible papel de la izquierda en América Latina. La publico completa y recomiendo su lectura.

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Estimado Beto,

No puedo decir que me sorprendió tu editorial del pasado sábado, porque estando en el Perú, me doy cuenta del gran impacto intelectual que las tesis de la colonialidad del saber y del poder, han adquirido en diversos sectores sociales en A. Latina, al punto de convertirse en el nuevo paradigma desde el cual los sectores de la izquierda latinoamericana quieren pensar los problemas de la emancipación y la justicia social desde una perspectiva propia (no eurocéntrica).

Este nuevo paradigma, promocionado por Clacso, con el concurso de otros intelectuales latinoamericanos, a los que E. Sader, en el último Le Monde Diplomatique de setiembre 2009, llama a construir una teoría revolucionaria en acuerdo la gran radicalidad que manifiestan los movimientos sociales en nuestra región, tiene desde mi punto de vista varios puntos de vista problemáticos, y, que sin ser determinantes, orientan ciertas opciones políticas.

En mi libro (*) he tratado de abordar estos problemas, aunque tal vez por el hecho de abordarlo desde las áridas esferas de la filosofía, no sea siempre fácil comprender la relación entre teoría y política. No hablemos de mis propias limitaciones al abordar estos complejos temas que movilizan grandes problemas téoricos y que muchas veces no son fáciles de vulgarizar.

Te expongo brevemente 3 problemas: el de la historia, su crítica a la modernidad y su horizonte utópico campesino.

1. Las tesis de la colonialidad hacen una lectura maniquea de la historia y del fenómeno imperial y de la forma como se concretizó en nuestra región la dominación española. Se olvidan de que la llamada “conquista” fue fundamentalmente una guerra de indios contra indios. La administración colonial fue una empresa económica y política basada en la colaboración activa de las elites nativas, en una gestión compartida de un sistema de desposesión tributario. No es correcto leer la historia de Iberoamerica desde la perspectiva de 500 años de dominación, debemos también analizar con detenimiento los 500 años de colaboración y de cómo, precisamente, por ser las elites nativas autoritarias, jerarquicas, cazicasgos, optaron por la colaboración para mantener sus privilegios, antes que enfrentarse y resistir la dominación colonial. Es por eso además, que grandes razgos de la cultura andina, son como lo entendió muy bien Arguedas, hispano-andinas, y no es posible entenderlas hoy en día sin entender esta hibridación. Contrariamente a lo que afirma Quijano y a tu lectura sobre la fundamentación última y originaria de las desigualdades en nuestro país basada en el racismo contra lo indio, no sólo la dominación colonial no se basó sobre una delimitación racial, sino que además en el propio mundo andino pre-colombino habían estrategias de exclusión que se mantienen hasta hoy en día, como el desprecio hacia los comuneros de las alturas, o el desprecio de los runas (serranos) contra los sinchis (amazónicos). No se trata de oponer lo étnico a lo social, se trata de prestar atención a la complejidad de las estrategias de exclusión y evitar caer en discursos simplistas y maniqueos que te pueden encerrar en determinadas opciones políticas.

2. Este razonamiento maniqueo no solamente se utiliza para explicar la historia iberoamericana, sino también para criticar al capitalismo y a la modernidad, como aventuras económicas y civilizadoras eurocentricas. El problema de la modernidad es un tema multiple y complejo que tiene muy diversas estrategias de aproximación (las ideas, la historia, la economía) y como éstas se articulan para provocar una ruptura en la historia humana entre las sociedad rurales y las sociedades urbanas. Lo que nosotros tenemos que hacer es cuestionar la lectura sobre la “excepcionalidad” de la modernidad como una aventura espiritual del occidente e insistir en el caracter intercultural de la modernidad. Haciendo esta crítica a la modernidad como una excepcionalidad europea, debemos evitar caer en el relativismo epistémico y culturalista, que quiere oponer saber propio a saber extranjero colonial, ciencia propia y ciencia colonial, etc. Esto, como se ha visto en la historia pasada, te puede llevar a formas de irracionalismo, a campañas xenofóbicas en contra de los elementos culturales universales del conocimiento humano. El conocimiento es una aventura intelectual de la especie humana, no tiene barreras étnicas ni religiosas. Debemos aprender a movernos en la tensión de ser peruanos y universales, y evitar la fácil y recurrente tentación al provincilaismo y al chauvinismo de lo propio y lo nacional. La derecha peruana cultiva a maravillas este chauvinismo provincialista y lamentablemente muchas veces la izquierda la remeda.

3. Por último, la idealización de lo indígena, te lleva nuevamente a pensar la política desde un horizonte utópico. La comunidad rural, el mundo indígena originario, es el horizonte emancipatorio presentado como una nueva forma de comunidad ideal, armónica socialmente, respetuoso de la naturaleza, etc. Pienso, autrocríticamente, que es un grave error pensar la política desde un horizonte utópico de una comunidad ideal humana reconciliada. Este fue el error del marxismo, que como tú sabes muy bien, fue una manera de secularizar el horizonte intelectual cristiano del paraíso, y de una sociedad en la cual iban a disolverse o desaparecer todas las contradicciones (el estado, la democracia, el mercado). El nuevo indigenismo repite el mismo error, de querer pensar la política y las estrategias de emancipación a partir de un horizonte utópico campesino. Los problemas políticos que se derivan de esta visión son varios, lo que a mi me preocupa particularmente es esta suerte de “socialismo campesino” que como hemos visto en otras experiencias históricas te puede empujar hacia opciones políticas igualitaristas radicales, antimodernas y antiurbanas.

Termino mencionando dos trabajos que seguramente tu conoces del pensamiento de la colonialidad. Pienso que es urgente organizar un debate crítico y alturado de sus tésis. Un abrazo solidario.

Lima, 6 de setiembre, 2009.

José F. Cornejo

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José F. Cornejo dijo:

Estimados lectores de elmorsa

Mi comentario al artículo de Beto Adrianzen tenía un propósito pedagógico, socrático, el de invitarnos a problematizar la manera como estamos pensando los procesos emancipatorios en América Latina y evitar caer en categorías y/o en oposiciones maniqueas que nos pueden conducir a cometer graves errores políticos.

Me parece que en la discusión se confunden varios conceptos y se quiere pensar en delimitar de manera antagónica, irreconciliable cosas que no lo son. Se parte del supuesto de una oposición entre civilizaciones, la andina y la occidental. Se confunde la emancipación o la independencia de mecanismos de dominación económicos y políticos con una lucha entre civilizaciones. Nos olvidamos a menudo de que estamos discutiendo en español, no en quechua. Discutir en español nos hace de una cierta manera, occidentales, nos vincula con una tradición conceptual y cultural que fue hace 500 años extraña al mundo andino. Aunque esa tradición fue impuesta por la fuerza y la colaboración de nuestros antepasados, forma ahora parte de nuestra realidad. Nuestra lucha no es contra la civilización occidental, es contra mecanismos de dominación económicos y políticos. Hay efectivamente también un componente cultural, pero no lo podemos abordar de manera maniquea, no toda la creación cultural es imperialista, eurocéntrica, racista. En la cultura que nosotros consideramos occidental hay elementos que provienen de los pueblos originarios y que sirvieron de inspiración a formas culturales progresistas y de vanguardia. Los pintores como Gauguin y Picasso, acaso no se inspiraron de las formas artísticas de los pueblos de Polinesia y África. La música moderna no tiene una inmensa deuda con las formas musicales de los ritmos africanos. ¿Cómo entender el tango, el jazz, el rock, la salsa, la cumbia andina, sin el aporte de los ritmos afro? ¿Podemos delimitar que formas culturales son occidentales y eurocentricas? Debemos más bien aceptar, que desde diferentes formas artísticas, independientemente de su origen, se pueden expresar propuestas emancipadoras como se puede apreciar en el excelente documental sobre la música palestina realizado por el peruano Javier Corcuera, “Checkpoint Rock: canciones desde Palestina” que les recomiendo vivamente que vayan a ver.

¿Podemos afirmar por ejemplo que Internet es occidental, eurocentrico, racista, y que la lucha contra la dominación imperialista es también una lucha contra las computadoras e Internet? O debemos más bien distinguir entre conocimientos científicos y aplicaciones tecnológicas que pueden ser un instrumento de nuestra lucha emancipadora. Se trata por supuesto de aprender de los valiosos conocimientos empíricos alcanzados por los pueblos originarios, pero para enriquecer nuestro conocimiento y comprensión de la realidad peruana, no para oponerlos a una supuesta ciencia imperialista, racista y occidental.

En el tema de la modernidad hay me parece muchos malentendidos. Este es un debate de ideas bastante complejo. Rápidamente pienso que al discutir sobre libertad, derechos, emancipación, estamos siendo de una manera o de otra, modernos, porque este tipo de ideas y de conceptos no existían en las formas de pensar pre-modernas. No estoy estableciendo un juicio de valor, de que estas formas sean inferiores, iguales o superiores a la moderna, estoy señalando una innovación, una diferencia en la manera de pensar que introduce el pensamiento que llamamos moderno. Se confunde a su vez la necesaria crítica a la forma como algunos intelectuales europeos han pretendido justificar “la excepcionalidad occidental de la modernidad”, lo que se califica de eurocentrismo, con el hecho de que todas las ideas modernas sean eurocentricas. Como he señalado anteriormente, esto no es correcto ni tan maniqueo como algunos intelectuales de la colonialidad lo quieren presentar.

Buscamos un camino para salir de los mecanismos de dominación imperialista en que estamos inmersos. Pensar la complejidad de los problemas que esta dominación nos plantea y evitar falsas oposiciones ha sido el objetivo de mi intervención. Agradezco a todos sus comentarios y espero que este intercambio de ideas les haya sido provechoso.

Lima, 11 de setiembre, 2009

José F. Cornejo

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Otra vez sobre el indio

Por Alberto Adrianzén M.

La República, Lima, Sábado, 12/09/2009

http://www.larepublica.pe/node/217606

Debo confesar que no pensé que mi artículo publicado el sábado pasado (“El indígena como límite”. La República: 5/9/09), generaría tanta polémica. En realidad, esta polémica se inició con una carta de un gran amigo y filósofo, José Cornejo (leer elmorsa.pe), que acaba de publicar un libro tan interesante como recomendable: Filosofía y socialismo del siglo XXI: ensayos críticos (Editorial Fauno). Su crítica me obliga a algunos comentarios.

1) Soy consciente de que la modernidad no es un fenómeno homogéneo, mucho menos único. Hace más de 20 años publiqué un largo ensayo: “Democracia y tradición política” (fue la introducción al tomo 1 de Pensamiento político peruano que edité en 1987 en DESCO) donde, utilizando el ejemplo español, afirmo que existen varias formas de asumir la modernidad. Ello me llevó, justamente, a relativizar que hubiere una sola modernidad, pero también a insistir sobre el impacto que tuvo España en lo que hoy es el Perú. Como dato curioso citaba, al igual que José Cornejo, a José María Arguedas como ejemplo de lo complejo que fue el llamado encuentro entre estas dos culturas.

2) Comparto con José Cornejo que la conquista también fue, como él mismo dice, una “guerra de indios contra indios”. Sin embargo, eso no quita que haya sido también una conquista. La hecatombe demográfica y la colonia son ejemplos de esa conquista. De otro lado, no comparto la tesis de Cornejo que lo fundamental fue la “colaboración” de los indios con los españoles.

Eso fue también, en parte. Pero también hay que decir que esa colaboración acabó, como bien sostienen Alberto Flores Galindo y Sinesio López, luego de la rebelión de Túpac Amaru. Fue Sinesio López quien afirmó en un texto a fines de los 70 que el contingente indígena llegó derrotado al momento de la independencia. En este mismo sentido, por ejemplo, Jorge Basadre se pregunta qué hubiese pasado con el Perú si la rebelión de Pumacahua, años después, hubiese triunfado. Seríamos, probablemente, otro país.

3) Personalmente no idealizo al indígena. Menos creo en utopías que proponen “una comunidad ideal humana reconciliada”. Eso que en parte fue planteado por Engels cuando habló de que el comunismo era la “administración de las cosas”, nos conduce al totalitarismo porque niega la política. En otro artículo sobre el populismo que publiqué aquí hace unas semanas, lo que traté de rescatar no es, justamente, la reconciliación sino más bien el conflicto como fundamento de “lo político” para hacer nuevamente política en el país. Además, desconfío del indigenismo porque creo más bien en una sociedad de iguales y diversos y no de diferentes. Dicho de otro modo, para que alguien quiera ser indígena tiene que ser igual al resto de la comunidad política.

4) Estoy bastante lejos de plantear campañas “xenofóbicas en contra de los elementos culturales universales del conocimiento humano”. Sin embargo, no creo en un cosmopolitismo o en un universalismo que no tenga un anclaje nacional. Creo que el problema principal de las elites peruanas no ha sido su “chauvinismo provincialista” sino más bien su cosmopolitismo, es decir, su falta de patria por este divorcio con lo andino y con lo popular. El carácter no incluyente de las elites es, justamente, por esa falta de patria, por no decir de patriotismo, como lo define David Brading. Por eso la cultura de las elites tienen tintes y colores coloniales.

5) Decir que un factor que explica las enormes dificultades (por no hablar de rechazo) que muchos peruanos tienen para entender los años de violencia en el país y el informe final de la CVR es el racismo, más aún cuando las víctimas, como se sabe, han sido mayoritariamente andinos o indígenas, no lo hace a uno ni indigenista y menos proponer el “socialismo campesino”. Decir que hay racismo, es una descripción de lo que hoy nos sucede.

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Roberto Bustamante

Publicado en elmorsa: 13 Sep, 2009

Continúa el interesante debate sobre el indio y la modernidad. Tema que está en agenda, ya sea desde la izquierda como también desde la derecha (ver debate sobre el video de ILD y Hernando de Soto). Esta vez, con comentarios publicados ayer por Alberto Adrianzén en su columna Disidencias en La República. Recomiendo su lectura completa:

Lo del racismo nos devuelve a otro viejo debate. ¿Es hoy el Perú tan racista como a inicios de la República? ¿Era la República más racista que la Colonia? ¿Es el racismo lo que explica, en parte, las dificultades para entender los años de violencia política? No sé, pero a partir del artículo de David Sulmont, publicado en el número 2 de la revista Memoria del IDEHPUCP, donde el departamento con mayor rechazo a hurgar en el pasado es Ayacucho, se vuelve débil el argumento del racismo para explicar el rechazo.

En todo caso, el rechazo al IF de la CVR debe ser más heterogéneo, y sí, debe haber racismo entre ciertos sectores de Lima para querer ocultar lo ocurrido, pero eso no explica todo (así como, respondiendo a de Soto, no todos los nativos amazónicos entran de igual manera a las redes mercantiles).

Bien que el debate se siga abriendo.

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José F. Cornejo dijo:

Estimado Roberto,

Gracias por mantener vivo el debate sobre este importante tema. Quisiera brevemente abordar el punto 5 del último artículo de Beto Adrianzén. El interesante trabajo de David Sulmont en la revista Memoria [IDEHPUC, no. 2] que mencionas, tiene dos tablas en donde aparece la mención a la discriminación o el racismo. La tabla 10 sobre “la razón principal que la violencia haya surgido” y la tabla 11 sobre si la situación de 1980 es más, menos o igual a la del 2000.

A si el racismo fue la razón principal que explica el origen o la causa de la guerra, ni en Lima y menos en Ayacucho, esta respuesta recoge una opinión favorable de más de 2%. Sin embargo a la pregunta de la tabla 11, sobre que caracteriza la situación actual en relación a la de 1980, la opción discriminación o racismo” ocupa el segundo lugar a nivel nacional, con 32.4% en Lima y 36.6% en Ayacucho. Es decir que el problema de la discriminación o racismo continúa siendo percibido como una constante (más, menos o igual que antes) de la sociedad peruana, a pesar de la experiencia de los años de la violencia.

Como se puede apreciar, la pregunta de Beto Adrianzén, no se refiere a las causas de la violencia, o a la percepción del racismo en el país, sino, a si el factor que explica, las enormes dificultades o el rechazo que la mayoría de peruanos tenemos para entender el informe de la CVR es el racismo. Me parece que la encuesta de David Sulmont no nos ayuda a responder plenamente a esta pregunta, aunque las informaciones de su investigación son muy interesantes para comprender cómo se ha procesado el trauma de la violencia en el país.

Para apoyarnos en datos empíricos sería necesaria una encuesta más específica sobre este punto. Lo que yo buscaba problematizar, con mi intervención inicial, es el de evitar caer en la categorización racial como una explicación y respuesta omnicomprensiva a los problemas nacionales, como sugieren, a veces, de manera maniquea y simplista los seguidores de las tesis de la colonialidad del poder. Pienso, que el problema principal del informe de la CVR con un sector muy preciso de la clase política y de ciertos poderes fácticos no tiene nada que ver con el problema del racismo en el Perú, que por supuesto que existe. Pero su hostilidad con el informe de la CVR es más un problema político directamente relacionado a si sus responsabilidades políticas durante el conflicto interno van a convertirse en responsabilidades penales. Sería bueno contar con una encuesta específica a nivel nacional sobre cómo la población percibe hoy en día el trabajo realizado por la CVR. Tengo la impresión, pero me puedo equivocar, que en la población hay una visión más bien positiva del trabajo realizado. Otra cosa es el hecho, que esta simpatía, no ha logrado expresarse a nivel político electoral. Pero esto nos lleva a un otro problema más complejo, de cómo las personas definen sus opciones electorales. Pienso que mi amigo Beto Adrianzén se adelanta con una explicación que merece un estudio más detallado.

Recibe mis cordiales saludos.

José F. Cornejo

13-9-2009

http://www.elmorsa.pe/2009/09/13/debates-sobre-la-izquierda-y-la-colonialidad-del-poder-2/

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