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martes, 3 de agosto de 2010

MEMORIA - Independencia Peruana: ¿1810, 1821, o 1824?



Acta de la Independencia del Perú (1821), en el Archivo Histórico Municipal de Lima, Municipalidad de Lima Metropolitana.


Dos ideas falsas

La República, Lima, miércoles, 28/07/2010

Por Antonio Zapata

Sobre la independencia nacional circulan ampliamente dos ideas equivocadas. Primera, que el Perú fue el último país latinoamericano en liberarse. Segunda, que en esta coyuntura Lima adoptó una postura reaccionaria. Conviene hacer una precisión porque ambas ideas, además de erróneas, son negativas para la autoestima nacional.

En realidad, una serie de países se liberaron después que el Perú. Por ejemplo, México se emancipó en setiembre de 1821, cuando Agustín de Itúrbide, cambiándose de bando, inauguró el breve imperio mexicano, que constituye su ruptura efectiva con España. Es el mismo caso de Brasil, que se proclamó independiente recién en 1822, cuando Pedro se negó a retornar al Portugal, consumando la emancipación de la ex colonia lusitana.

No son los únicos casos, tanto Bolivia como el Ecuador son posteriores al Perú independiente. Bolivia adquirió su libertad en 1825, después de la batalla de Ayacucho, al derrumbarse el ejército de Olañeta, que era la última tropa realista de América del Sur. Por su parte, Quito quedó libre después de la batalla de Pichincha, que ocurrió en mayo de 1822. Incluso, un batallón peruano participó del bando patriota en esa batalla, estaba al mando de Santa Cruz y se puso a órdenes de Bolívar.

Así, el Perú no es el último, ya que se halla delante de Brasil. México, Ecuador y Bolivia. Pero, salvo Brasil, todos estos países ya festejaron su bicentenario. Sucede que han celebrado el primer grito de independencia en sus tierras, pero no la consumación de su lucha emancipadora. Nosotros celebramos el final y ellos el comienzo; por eso parece que estamos muy retrasados, pero no es cierto.

Por otro lado, frecuentemente se dice que Lima fue reaccionaria y que se mantuvo leal a España, mientras todo el resto se levantaba. Tampoco es completamente cierto. En realidad, la emancipación empezó cuando Napoleón invadió España imponiendo a su hermano José Bonaparte. Las ciudades españolas comenzaron una lucha por su propia independencia contra los invasores franceses. En ese momento, las ciudades formaron Juntas que llamaron a Cortes y se convocó un Congreso Constituyente, que posteriormente aprobó la Constitución de Cádiz.

Pues bien, en toda América hubo elecciones y los diputados peruanos fueron una bancada muy activa. En estrecha coordinación con los mexicanos, los congresistas peruanos buscaron reformar las relaciones entre España y el Nuevo Mundo. Fueron liberales, quisieron la participación proporcional a la población en el Congreso español. No deseaban separarse, porque les parecía que era convertirse en cabeza de ratón.

Por el contrario, buscaron cogobernar España. No sólo propusieron, sino que dieron pasos en esa dirección. El limeño Morales Duárez llegó a presidir el parlamento español, mientras que otro limeño, Baquíjano y Carrillo, era miembro del Consejo de Regencia, que gobernaba en nombre de Fernando, el rey preso de Napoleón.

Así, los nuestros participaron tanto del legislativo como del ejecutivo español. Es cierto que, en 1809-10, cuando la guerra de emancipación comenzó en Latinoamérica, el temperamento político en Lima no era independentista. Pero, tampoco era reaccionario ni absolutista. Lo suyo era la reforma, igualarse a los peninsulares y avanzar su influencia en el Imperio.

Estos planes dieron sentido a la apuesta política de los criollos del Perú en la década de 1810. Si perdieron fue a causa de la escena internacional. Napoleón fue derrotado y Fernando VII restableció el absolutismo; los liberales fueron a prisión y los congresistas latinoamericanos quedaron marginales.

Por ello, deberíamos enderezar el saber común, que expresa una depresiva memoria nacional.

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Foto: Caretas (30 de julio de 2010)

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/sucedio/28/07/2010/dos-ideas-falsas

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MEMORIA - Tony Zapata y la Independencia Peruana


Hacia el Bicentenario

Historia :::: 1821 - 2021: Las celebraciones por los doscientos años de la independencia en toda Latinoamérica. ¿Y el Perú?

Entrevista de Carlos Cabanillas

Caretas, edición no. 2139, Lima, jueves 22 de julio de 2010


Este año se celebra el bicentenario de la independencia de México (16 de setiembre), Argentina (25 de mayo), Chile (18 de setiembre), Colombia (20 de julio) y Venezuela (19 de abril). El año pasado, el 2009, Ecuador festejó su histórica efeméride (10 de agosto). Y el 2011, Uruguay hará lo propio. Solo Perú (2021) y Brasil (2022) celebrarón el bicentenario de sus respectivos países doscientos años después de alcanzar sus respectivas independencias. Con la fecha en la mira, vale la pena ver qué se celebrará este año y cómo.

Si el Perú celebrase el bicentenario sobre la base de su primer grito independentista --como viene haciendo el resto de países latinoamericanos-- nuestra efeméride se cumpliría el 2011. Es decir, el año que viene.

Con esa fecha en la mira, el historiador Antonio Zapata Velasco empieza desmitificando dos acontecimientos. Primero: que sí participamos en el ciclo de las juntas, pues "Francisco de Zela se rebeló en Tacna en 1811". Y "por cierto, la mucho más importante rebelión de los hermanos Angulo fue en 1814, en el Cusco", agrega Zapata. El segundo mito, según agrega, es que el Perú fue el último país en independizarse. "Si Bolivia celebrara como nosotros, su bicentenario sería recién el 2025 (y no el 2009), puesto que su libertad se logró a consecuencia de la Batalla de Ayacucho". Siguiendo el mismo criterio cronológico, el bicentenario de Ecuador no hubiera sido el 2009, "puesto que la batalla de Pichincha fue en 1822. En ella incluso participó un batallón peruano, enviado por San Martín", precisa. Contando desde la misma independencia fáctica, los bicentenarios de Chile y Argentina deberían ser el 2018 y 2016, respectivamente. No el 2010. Y tanto México como Brasil celebrarían sendos bicentenarios el mismo año que nosotros: el 2021. "Por ejemplo, en 1810, Argentina estaba jurándole lealtad al rey Fernando, preso en España", apunta Zapata.

Por estos días, hace aproximadamente doscientos años, el francés José I Bonaparte era el rey de España. Era el brazo ibérico de Napoléon frente a Portugal y Gran Bretaña, y en ese entonces el Primer Imperio Francés dominaba Europa, es decir, el mundo. Las huestes napoleónicas habían invadido España pero los pueblos españoles se estaban levantando en su contra. En plena guerra civil, la proclamación del nuevo rey fue rechazada por algunos órganos de poder local, como fueron la Junta Suprema Central, el Consejo de Castilla y las Cortes en Cádiz.

En Latinoamérica también estallaba una crisis de legitimidad. El rey había quebrado el pacto original con sus súbditos. Sin saber a quién obedecer, las revueltas y gritos independentistas empezaron a sucederse. La resistencia continuaría hasta el 9 de diciembre de 1824, con el sello de la independencia americana que significó la Batalla de Ayacucho.

Pero la historia, como bien recuerda Zapata, ha ido reescribiéndose. "La generación del centenario descubrió a los próceres", escribió en su columna Cien flores, refiriéndose a Porras Barnechea, Basadre y Luis Alberto Sánchez. Según estos intelectuales, si bien el Perú carecía de líderes políticos y militares en la era independentista, "era el país clave de los antecedentes". Zapata ejemplifica: "Ahí estaba Vizcardo y Guzmán, que había sido el primero en plantear explícitamente el tema de una patria propia de los americanos, como entidad distinta y opuesta a España. La célebre Carta a los Españoles Americanos escrita por el jesuita arequipeño abrió la lucha independiente en todo el continente. Por ello, en el curso de la primera expedición patriota, dirigida por Francisco de Miranda en Venezuela, el folleto que se repartió como propaganda era la famosa Carta de Vizcardo".

La posterior generación del cincuenta, con Pablo Macera a la cabeza, rescató a Túpac Amaru. Entonces "no éramos el último, sino el primero", añade Zapata. "Bastaba olvidar a San Martín y recuperar la autoestima, porque el Perú era la cuna del primer grito de independencia en Latinoamérica". Para el historiador, fue el gobierno de Velasco Alvarado "mediante la propuesta iconográfica del pop achorado de Jesús Ruiz Durand, por ejemplo" quien elevó al cacique a categoría de "padre de la patria, verdadero fundador de la emancipación americana".

Finalmente, en los setenta, Heraclio Bonilla presenta su tesis de la independencia concedida. Una "visión descreída", a decir de Zapata, según la cual "los criollos peruanos no habrían estado interesados en la emancipación y ésta habría venido de fuera, impuesta por ejércitos extranjeros, conducidos por San Martín y Bolívar, obligando a nuestros criollos, que deseaban seguir siendo españoles".

Estas visiones de la historia coexisten en paralelo. Lo que no parece haber cambiado, según el historiador, es la ausencia de héroes nacionales independentistas. "No tenemos un Bernardo O'Higgins (Chile) o un Pedro Murillo (Bolivia)", dice. "Mucho menos contamos con un Bolívar o un San Martín. No hay héroes peruanos hasta la Guerra del Pacífico". A estar atentos a la lectura historiográfica hacia el 2021.

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Foto: Caretas

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Tomado de: http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=888&idSTo=0&idA=47511

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MEMORIA - César Vallejo y la Independencia Peruana (1926)

Columnista invitado: César Vallejo, 1926

Por Mirko Lauer

La República, Lima, miércoles, 28/07/2010

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(Los investigadores Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi nos alcanzan este texto casi desconocido, aparecido en la revista Par-Sud-Am el 30.7.1926. Ellos son autores de César Vallejo: textos rescatados, Lima, Universidad Ricardo Palma, 2009. El texto muestra que algunas cosas han cambiado mucho; otras, no tanto.)

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El 28 de julio celebra el Perú el 105 aniversario de su independencia. Al cabo de un siglo de convulsiones políticas peculiares a una época de ensayo republicano, es grato constatar cómo este país ha empezado últimamente a encauzar su vida dentro de normas de paz y estabilidad de sus instituciones democráticas. Dotado de una nueva Constitución, cuyos fundamentos responden a sus nuevas necesidades sociales, el Perú ha entrado por fin en era de efectivo desarrollo nacional. Se diría que de un golpe, como lo hizo México, ha abandonado las agitaciones y guerras civiles, para entrar en un esfuerzo de creación verdaderamente nacional.

La importancia que el Perú tuvo en América durante la época precolombina y el coloniaje, ha decrecido en la época independiente.

Es uno de los países que mayores trastornos ha sufrido. Un destino de fragor e inquietud dolorosa ha ensangrentado los primeros gobiernos de la república. Sin embargo, ha habido paréntesis de paz constructiva, tales como el gobierno de Castilla y de Piérola, durante los cuales el Perú ha colocado las primeras bases de su provenir.

Libertado por San Martín y Bolívar, el Perú ha tenido grandes precursores de su independencia, salidos de su seno, tales como el inca Túpac Amaru, Zela y otros, que hicieron magníficas proezas de heroísmo por libertar al país de la dominación española. La nación conserva la herencia patriótica de esos héroes y, junto a las formas de Estado legadas por el pensamiento político de Bolívar, el Perú se esfuerza en ajustar los ideales de su vida al maravilloso ritmo de convivencia y justicia sociales de los Incas, que aquellos precursores, salidos del fondo de la raza indígena, trataron de mantener en el país.

En rigor, el Perú debe su libertad a la actuación militar de San Martín, quien año tras año y palmo a palmo fue combatiendo a las fuerzas españolas, hasta la ocupación de Lima, donde el 28 de julio de 1821 proclamara la independencia del Perú. La independencia peruana se debe, sin disputa, más a San Martín que a Bolívar. Así lo reconoce el general Mangin, quien refiriéndose al momento en que el capitán argentino va a ceder a Bolívar el comando general de las fuerzas revolucionarias en Sudamérica, dice: “El objeto de San Martín estaba golpeado ya de muerte”. Bolívar no tuvo más que acabar la titánica obra que San Martín había iniciado y realizado en tantos años de paciente y aguerrido heroísmo. San Martín, pues, libertó al Perú; pero Bolívar inspiró todo el espíritu y toda la estructura política del Perú y de la América entera. Bolívar, más que como guerrero, brilla como “escultor de pueblos”, es decir, como estadista. Hasta ahora mismo, las geniales orientaciones de su política no logran ser enteramente comprendidas y los pueblos de América saben que es en las doctrinas bolivarianas donde hay que buscar, en gran parte, el secreto de una paz armoniosa y fecunda en el continente.

Sellada la independencia del Perú, los esfuerzos de los primeros gobiernos se dirigieron, como es natural, a delinear los nuevos derroteros sociales del país. En esa tarea se sucedieron más de cincuenta años. Se dictan numerosas y efímeras constituciones y se ponen a prueba otras tantas fuerzas de gobierno, encarnadas en cien Presidentes y caudillos militares. En todos esos ensayos y guerras civiles, el país perdió tiempo y hermosas energías. Es a la mitad del siglo pasado que empiezan a delinearse las primeras raíces de una obra nacional de grandes trayectorias. Las agitaciones políticas se hacen entonces más doctrinarias y el pueblo empieza a controlar a sus caudillos. Es entonces que se da la Constitución de 1860, que ha regido hasta 1920, la misma que aun conteniendo importantes disposiciones jurídicas, adolecía en sus lineamientos generales de ese pensamiento abstracto y desconectado de la realidad, peculiar al romanticismo político de la época en que ella fue dictada. Es también entonces que empiezan a realizarse los primeros progresos en el terreno de las industrias y finanzas peruanas.

La situación de Perú va mejorando desde hace pocos años y su avance se ha centuplicado, desde todos las puntos de vista. Un vasto vuelo ha cobrado la educación pública. En 1925 funcionaron 4.000 escuelas fiscales elementales y 26 colegios de instrucción secundaria, los mismos que poseen un franco espíritu nacionalista e indígena. La enseñanza politécnica se da en todas las regiones industriales del país. En cuanto a la situación económica, el manifiesto publicado por el Gobierno últimamente establece un superávit de 700.000 libras. Las más recientes estadísticas del comercio internacional acusan la cifra de 18.929.418.990 libras de importaciones, por 25.114.377.000 de exportaciones. El presupuesto fiscal registra un egreso de 8.581.974.186 libras.

Todo en el Perú lleva al convencimiento de que este país alcanzará en breve un gran bienestar nacional y, por ende, un primer relieve internacional en el continente. Sus ingentes riquezas naturales hacen de él una síntesis suprema de todas las tierras y climas de la naturaleza. Los petróleos de Piura, el oro, plata y cobre de Cerro de Pasco y Pataz, el azúcar de Chicama, el algodón de Lambayeque, el caucho de Loreto, los inmensos valles del Amazonas plenos de exuberantes floras y de faunas variadísimas, las vastas planicies de los Andes, constituyen fuerzas suficientes para hacer del país que las posee, una grande y brillante nación. Al lado de estos recursos materiales, el Perú tiene la gloria de haber producido espíritus superiores, tales como los escritores González Prada, Ricardo Palma y Abraham Valdelomar, los hombres de ciencia Villarreal y Barranca, el artista Merino y ese gran aviador Jorge Chávez, que murió batiendo el récord mundial de altura en Domodosola.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/observador/28/07/2010/columnista-invitado-cesar-vallejo-1926

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