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domingo, 8 de agosto de 2010

PERU - Sendero en el 2010

Sendero en San Marcos

Por Nelson Manrique

La Republica, Lima, martes, 22/06/2010

Con pocos días de distancia dos hechos recientes han movilizado a la opinión pública: la excarcelación de Lori Berenson y la marcha realizada por algunas decenas de adherentes de Sendero Luminoso en San Marcos. Lo de Berenson mostró cómo las consecuencias de la violencia vivida durante la década del 80 siguen siendo una herida abierta y hasta qué punto los miedos ciudadanos pueden ser utilizados políticamente. Es significativa la forma como el tema se consumió en pocos días, por falta de combustible.

Lo de San Marcos ha provocado una alarma semejante. La marcha de un pequeño grupo (los cálculos más alarmistas hablan de 80 manifestantes, mientras que las autoridades hablan de 30) portando banderas rojas y coreando consignas senderistas ha provocado alarma, más aún cuando entre los manifestantes la Dircote ha identificado a senderistas que anteriormente estuvieron en prisión.

Manuel Fajardo Cravero, abogado defensor de Guzmán y ponente en el evento en que comenzó la marcha, describe estas acciones como pasos de una campaña senderista iniciada en setiembre de 2009 con la presentación del libro de Abimael Guzmán De puño y letra. Fajardo añade que estos actos están inscritos en una línea definida por Guzmán desde su captura, que a la fecha se concretaría en la consigna “Por una solución política de los problemas derivados de la guerra” con el pedido de una amnistía general y la liberación de Abimael Guzmán.

Entre los senderistas identificados en San Marcos figuran cuadros que actúan en organizaciones públicas, como Adelinda Sedelmayer Armas, presidenta de la Asociación de Familiares de Desaparecidos y Presos Políticos, o José Machuca Urbina, presidente de la Asociación Cívica de Excarcelados Políticos del Perú, Amnistía y Reconciliación (ACCEP), o Alberto Mego, de un grupo teatral. No se trata de cuadros clandestinos, dedicados a operaciones terroristas, sino de activistas en el “frente abierto”.

¿Es esta la contrapartida de un trabajo clandestino, destinado a reiniciar la “guerra popular” senderista? Es dudoso. Como es sabido, estando en prisión, Guzmán cambió de línea y anunció a sus huestes que había llegado a la conclusión de que sin su dirección la victoria era imposible y que había que terminar la guerra popular. Lo anunció en una presentación de TV promovida por Montesinos, en setiembre de 1993. La nueva línea de Guzmán no fue bien recibida por todos los senderistas y esto provocó la división de SL, entre los “acuerdistas” (alineados con Guzmán y que defendían la necesidad de firmar un “acuerdo de paz”) y los de la línea “proseguir” (por “proseguir la guerra popular”). La marcha de San Marcos corresponde a la línea de los “acuerdistas” y su objetivo no es, como se ha venido diciendo, “reiniciar la guerra popular” sino, en palabras de Fajardo, abrir “un espacio político como izquierda radical”.

Los manifestantes están pues en la línea de Guzmán, no en la de los senderistas del VRAE (que son de la línea “proseguir”) y su acción no tiene como objetivo respaldar a este grupo (que acusa a Guzmán de “genocida”) o reiniciar la guerra popular.

La democracia debe defenderse sin renunciar a sus valores. ¿Qué hacer? En primer lugar prevenirse ante los intentos de utilización política de este hecho: una gran tentación en un periodo electoral. Se trata de un tema delicado, que no debe convertirse en botín politiquero. El servicio de inteligencia tiene bastante trabajo por hacer, para prevenir acciones que se salgan de la ley. Luego, es necesario responder a SL en el terreno en que éste ha planteado su desafío. Posiciones como la del presidente de la Comisión de Educación del Congreso Werner Cabrera, que piensa pedir la renuncia del rector de San Marcos porque considera apología del terrorismo pedir amnistía para líderes terroristas, o la de Alan García, que considera como el mismo delito “pedir perdón para un carnicero” se salen –como se ha encargado de señalar en estas páginas Federico Salazar– de la ley. En tanto el desafío de SL se plantee en el terreno de las ideas debe contestársele en ese mismo terreno. Es alentador que simpatizantes nacionalistas como Alberto Adrianzén y Carlos Tapia hayan asumido el desafío. A ver qué dicen los demás partidos.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/columna-en-construccion/22/06/2010/sendero-en-san-marcos

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Salvar a San Marcos

Por Sinesio López Jiménez

La Republica, Lima, viernes, 11/06/2010

El largo vía crucis que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) inició en los 70 está llegando a su fin. Es el fin de San Marcos y de la universidad pública. La década del 60 fue de transición de la universidad de élite y mesocrática a la universidad popular y de masas. En esa década se produjo un encuentro social en la UNMSM entre los hijos de élites que aún se educaban allí, los estudiantes de clase media y los primeros contingentes estudiantiles de extracción popular que llegaban a la universidad. Alfredo Bryce ha dicho, sin ninguna mala leche, que lo que más le llamó la atención cuando estudiaba en San Marcos es que sus compañeros de estudios se parecían mucho a sus mayordomos.

Con la masificación y la proliferación universitaria por doquier comenzó el abandono de la universidad pública por parte del Estado, se inició la mediocrización de la enseñanza y la pérdida de gobernabilidad de la universidad. Las élites abandonaron San Marcos y pasaron a formarse en las universidades privadas. Los viejos profesores de prestigio se jubilaron o se fueron a otras universidades, algunos jóvenes partieron a enseñar en universidades extranjeras y pocos muy valiosos resistieron heroicamente hasta que se cansaron.

Con la masificación de la educación pública (en todos sus niveles), esta dejó de ser un espacio de igualdad de oportunidades y se transformó en una estructura de discriminación. La vieja política discriminatoria de siempre que negó la posibilidad de que las élites formaran con los debajo de la escala social una comunidad política nacional. En los 70 la radicalización, la irracionalidad y el sectarismo político se adueñaron de San Marcos. Todo eso desembocó en el senderismo y en el terror en San Marcos y en el país en los 80.

El movimiento estudiantil desapareció. San Marcos quedó en manos de una minoría intensa (el senderismo) que hacía lo que le daba la gana bajo el temor o la indiferencia de la mayoría. A eso se añadieron la mediocridad y la pusilanimidad crecientes de las autoridades universitarias. Con excepciones, desde luego. San Marcos dejó de ser un centro serio de enseñanza universitaria y de investigación. Recuerdo que mis clases entonces eran un permanente campo de batalla verbal con el senderismo. Supongo que otros profesores hicieron lo mismo, pero sospecho que hubo también complicidad y cobardía para enfrentar al terrorismo. Los apagones y las amenazas del senderismo obligaron a muchos profesores a dictar clases fuera del claustro universitario. A todos estos males se añadió la ocupación militar en los 90. San Marcos dejó de ser una universidad propiamente dicha para convertirse en un campo de batalla del terror.

Las cosas comenzaron a cambiar en San Marcos y en el país cuando Abimael Guzmán fue apresado en Lima por la policía mientras Fujimori pescaba en el Amazonas y Montesinos diseñaba meticulosos planes para asaltar el fisco. Pero el abandono de la universidad pública por parte del Estado continuó. San Marcos siguió languideciendo en medio de la mediocridad generalizada. En ese contexto reaparecen nuevos brotes del senderismo, se instalan pequeñas mafias por doquier, surgen grupos estudiantiles dirigidos por operadores corruptos que ofrecen su respaldo al mejor postor. Autoridades pusilánimes y corruptas viven de ese clima irrespirable y se quieren perpetuar en el poder por todos los medios, incluidos la violencia y el fraude.

Ha llegado la hora de rescatar a San Marcos de las fuerzas oscuras que la han llevado al borde de la extinción como universidad. Es necesario desplegar una movilización general de los estudiantes, de los profesores de buena voluntad, de los medios, de la sociedad civil y, desde luego, de las autoridades gubernamentales para construir una universidad nacional de todos que recupere el prestigio y la calidad que tuvo en sus mejores épocas.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/el-zorro-de-abajo/11/06/2010/salvar-san-marcos

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Desgobierno en San Marcos

Por Nicolás Lynch

La Republica, Lima, martes, 22/06/2010

De las últimas noticias sobre la presencia de Sendero en San Marcos lo que más llama la atención es el escándalo. Yo llegué a San Marcos en 1971 y Sendero ya estaba allí. Con sus más y sus menos siempre ha seguido presente. Y no se necesita ser Dincote para darse cuenta. Una que otra pizarra, un eventual afiche y las consignas que no cambian porque los senderistas no son especialmente creativos. Además, cuando se creen fuertes realizan una “actividad” como la del otro día para dejarse notar.

Siempre, por supuesto, aliados con la mediocridad que los usa para conseguir el espacio que no pueden solos y viceversa. En el último decenio han intentado por lo menos tres ofensivas siendo hasta ahora rechazados por la mayoría del claustro.

A Sendero, además, no le liga su movilización porque no han cambiado. Predican en sus declaraciones y consignas que quieren legalidad y amnistía, pero ni una palabra de autocrítica por la matanza que causó en el país, menos renegar de la organización que la produjo ni tampoco mostrar métodos diferentes en la propia universidad, donde vuelve a recurrir al violentismo y la burla de la legalidad. ¿Y todo esto no lo sabe el gobierno? ¡Por favor! Lo que pasa es que este Estado abandonó a la universidad pública hace décadas y no quiere interesarse en ella porque su modelo no la necesita.

Sendero, por su parte, aparece hoy, marcha por medio, por el desgobierno que existe en San Marcos. Medios y políticos parecen olvidar lo que profesores y estudiantes denunciamos hace solo tres semanas, que en las elecciones del 25 de mayo para los delegados de los profesores principales a la Asamblea Universitaria la oposición sufrió un fraude por parte de las fuerzas afines al rector. Esta situación ha agudizado el vacío de autoridad en la universidad, lo que crea condiciones para que fuerzas extremistas se atrevan a mostrarse públicamente en el campus.

El problema de fondo es entonces la falta de una autoridad legítima en San Marcos. Ello tiene solución por la vía de la legalidad. Ya sea que se respete el triunfo de la oposición en las elecciones de mayo para dar una salida inmediata o, mejor todavía, que se apruebe el proyecto de nueva ley universitaria, que el Congreso discute a paso de tortuga, para que haya una solución de conjunto para la universidad peruana, más allá de la amenaza de mediocres, radicales y nuevos ricos del DL 882 (el de las universidades con dueño).

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/delito-de-opinion/22/06/2010/desgobierno-en-san-marcos

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Sendero, problema y coartada

Por Carlos Reyna

La Republica, Lima, miércoles, 23/06/2010

Aunque no es el más grave del Perú, Sendero Luminoso continúa siendo un problema importante. Sin embargo, para buena parte de los partidos políticos, Sendero es apenas una coartada para no asumir los verdaderos problemas graves del país, de la democracia y de las universidades.

Las distintas facciones de Sendero continúan siendo agentes de violencia política. Unos, continúan sus acciones armadas, permanecen así en la llamada guerra cruenta. Otros, piden legalidad política y amnistía para los crímenes cometidos por sus dirigentes, pero los justifican como supuesta necesidad histórica. Pasaron a lo que denominan la guerra incruenta. En ambos, la guerra aún está presente en su “política”.

En el corto plazo, en un país que vivió hace muy poco el trauma de los terrorismos cruzados, estas facciones no tienen mayor futuro. Unos se recluyen en sus focos, sumergidos en las montañas selváticas. Otros reducen su programa a la liberación de los profetas del terror que se amansaron en prisión. No tienen, por ahora, nada que cautive a ningún sector significativo del país.

Aun así, el Perú sigue brindando posibilidades de mediano plazo para el violentismo de cualquier signo. Un crecimiento profundamente desigual, que fragmenta en lugar de integrar al país, y unos partidos y poderes públicos corruptos, autoritarios y encima ineptos, son buenas semillas para un nuevo brote de la política armada, senderista o no. Una democracia diluida, sin afecto popular, es incluso más vulnerable que una dictadura abierta.

Esas son las cuestiones de fondo que han facilitado la sobrevivencia de las facciones senderistas. Los partidos que controlan el gobierno y el Congreso las han agravado en todo este tiempo. Han hecho altamente impopular y represivo a este régimen. Con la ayuda de rectores autoritarios y argolleros, dejaron en el olvido a las universidades públicas. Y ahora, cuando reaparecen en ellas los cánticos senderistas, la solución que fabrican es instalar policías en los campus.

Así, los mismos políticos y rectores que han facilitado las nuevas audacias senderistas, ahora las utilizarán como coartada para medidas represivas que no servirán para frenarlas, sino para reprimir cualquier legítima rebeldía universitaria.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/buen-romance/23/06/2010/sendero-problema-y-coartada

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Arrepentidos y no arrepentidos

Por Mirko Lauer

La Republica, Lima, miércoles, 30/06/2010

¿Es la falta de arrepentimiento de parte de los dirigentes la clave del problema que Sendero Luminoso representa? Sin duda es algo impactante, pues apunta a nuestro temor a un rebrote del senderismo de los años 80. Pero como tantas cosas en este tema, la idea exige segundas lecturas para ser ubicada en su contexto real.

Por lo pronto el planteamiento acuerdista que busca obtener logros y minimizar pérdidas por la vía política es una forma de arrepentimiento. Cínica, es verdad, pero no por ello menos liquidadora del planteamiento de la lucha armada como única vía. Es un arrepentimiento que todavía está esperando una autocrítica de los dirigentes derrotados.

La propuesta de un camino pacífico y político, diseñada para aliviar la situación de los jerarcas presos, va a contrapelo de las decenas de miles de muertos del planteamiento militar. La idea de fondo es que Abimael Guzmán y su entorno son indispensables para SL, a pesar de su indiscutible derrota y, según sus críticos, capitulación.

Los dirigentes presos insisten en sus discursos porque es lo único que mantiene su vigencia entre las bases que les quedan. Por el momento los medios no tienen cómo llegar a los senderistas que sí se han arrepentido e intentan otras vías para rehacer su vida o incursionar en la política. Pero es obvio que este es un grupo importante de personas.

En otras palabras, sí hay senderistas arrepentidos del camino emprendido en 1980, pero no tiene sentido buscarlos entre los dirigentes presos. Para mantener la moral en alto en un contexto carcelario estos no tienen otra salida que mantener el culto al líder y a las ideas grandilocuentes que los llevaron a la derrota.

Sin embargo hay otros factores. Uno es la entraña religiosa del planteamiento original, con una doctrina encarnada en una persona concreta, y un catecismo cuya repetición machacona es una prueba de verdad. Una ortodoxia que se ve reforzada por el espíritu de cuerpo que produce una común situación de carcelería.

Este tipo de credo, laico o religioso, no reconoce validez alguna a interlocutores críticos. Las ideas de Mao Tse-tung, y más tarde Chen Pota, dan un contexto que se refiere a victorias reales, no importa si ocurridas en otro lugar u otro tiempo. Desde el inicio SL se configuró como un partido de una ortodoxia anclada en libros antiguos.

La victoria de la democracia peruana sobre SL es real, no solo en el campo policial de la captura de los cabecillas, sino además en el campo de la opinión pública que aisló a SL. Nada, ni siquiera en la izquierda opositora o en la protesta social, muestra una mínima inclinación por el credo senderista.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/observador/30/06/2010/arrepentidos-y-no-arrepentidos

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Senderismo y fujimorismo

Por Sinesio López Jiménez

La Republica, Lima, viernes, 18/06/2010

Se aman y se odian. Son dos hermanos enemigos. Uno llama al otro. Estamos viendo estas escenas de amor y odio en las reacciones del fujimorismo ante una provocadora marcha senderista en la ciudad universitaria de San Marcos. Las vimos en la década del 90 del siglo pasado. La dinámica política es más o menos la siguiente: se desata la violencia terrorista, ella pone en cuestión el monopolio de la violencia del Estado, el orden jurídico colapsa, aparecen varios centros de decisión política y de órdenes legales, el orden político se esfuma y se configura entonces lo que Carl Schmitt ha llamado una típica situación de excepción. En ese contexto de excepcionalidad, Fujimori y las FFAA toman la decisión de acabar con el caos mediante el golpe del 5 de abril de 1992 y establecen una dictadura. Schmitt resume esta peculiar dinámica política de la siguiente manera: “La forma política que contiene en sí misma toda la materia pura de la excepcionalidad y asume la forma pura de la decisión es la dictadura”. Los senderistas produjeron la excepcionalidad y Fujimori y las FFAA respondieron con la dictadura.

¿Se podía eludir esta dinámica política perversa o era inevitable? ¿La historia pudo ser distinta? Mi hipótesis es que pudo evitarse entonces y que puede evitarse ahora. No me proclamo profeta del pasado. Lo escribí entre 1982 y 1984 en columnas diarias que publicaba El Diario de Marka, editadas en el libro Los tiempos de la Política (2007). En la década del 80 y del 90 los gobiernos y los partidos de derecha renunciaron a la política y encargaron a las FFAA resolver el problema del terror. La IU y el Apra (cuando era oposición) apostaron, en cambio, por una salida política. Los partidos en general no desplegaron, sin embargo, una ofensiva política e ideológica contra Sendero y el MRTA en los diversos escenarios en donde operaban: en las universidades, en algunos sindicatos, en las organizaciones campesinas. Los dejaron actuar y esperaron que los militares y la policía hicieran su tarea. Algunos sectores de la izquierda cultivaron una imperdonable ambigüedad. Creían ingenuamente que eran compañeros de ruta.

Cuando se percataron de su error y se enfrentaron con SL, ya era tarde: imperaba férreamente la lógica de guerra. En los inicios de su primer gobierno, García mismo hizo elogios desconcertantes de la heroicidad y de la entrega de los cuadros senderistas. Apología del terrorismo como se llamó después.

La responsabilidad mayor reposa, sin embargo, en los gobiernos de esas dos décadas violentas. En lugar de desplegar políticas hegemónicas en todos los campos (económico, social, cultural) que permitieran organizar un bloque social sólido con las clases populares, que atendieran sus necesidades y demandas, que las reconocieran como una parte fundamental de la nación y que quitaran el agua a la piscina en la que nadaba el senderismo, ensayaron tempranas y frustradas políticas neoliberales (Belaúnde), desplegaron un populismo irresponsable (García) e instalaron el capitalismo salvaje (Fujimori) y entregaron irresponsablemente la solución del problema a las FFAA. Se renunció a la dirección política sobre la lucha antiterrorista. En todo caso, fue el despliegue de la política en medio de la guerra (DINCOTE, GEIN, rondas campesinas) lo que tuvo éxito en la lucha contra el terrorismo. El despliegue militar fue necesario cuando la situación se tornó grave, pero bajo el comando de la política.

El senderismo emergente hoy en las universidades públicas tiene que ser combatido políticamente. Los estudiantes y los profesores tienen que organizarse para mejorar la calidad de sus claustros y para acabar con la mediocridad, la corrupción y la ingobernabilidad universitaria que constituyen el ambiente propicio para el desarrollo del senderismo. El apoyo de todos los medios y de la sociedad civil en esta batalla será decisivo. Hay que evitar la tentación de la intervención militar. La ley, el apoyo económico y la policía deben ser los aportes del Estado.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/el-zorro-de-abajo/18/06/2010/senderismo-y-fujimorismo

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La realidad de Sendero

Por Fernando Rospigliosi

La Republica, Lima, domingo, 04/07/2010

Fujimoristas y apristas intentan hacer creer que Sendero regresa, y que todo se debe a un par de leyes. Ambas cosas son falsas.

Centenares de veces en la última década se ha hablado de un “rebrote” senderista. Y siempre ha resultado una falsedad. Sin embargo, la idea es popular, y fujimoristas y apristas tratan de sacarle partido.

Rebrote mediático

El terrorismo ha rebrotado, pero sólo en los discursos de algunos políticos y en ciertos medios de comunicación. Los dos hechos que motivaron este enésimo rebrote mediático fue la liberación de Lori Berenson y una marcha de 30 o 40 senderistas “acuerdistas” en San Marcos.

En el caso de Berenson, liberada cinco días antes de la visita de Alan García a Barack Obama, fue claramente una decisión de García para complacer a los norteamericanos.

No sólo fue una medida del INPE –que depende del Ministerio de Justicia– recomendar su excarcelación, luego aprobada por el Poder Judicial, sino que Berenson ni siquiera había cumplido las tres cuartas partes de su condena de 20 años. Se completaba recién en noviembre de este año.

Así, Berenson salió libre a los 14 años y seis meses, beneficio irregular y apresurado sólo entendible por la ansiedad de Alan García de quedar bien con su anfitrión norteamericano.

El cuento de que salió por responsabilidad del gobierno anterior es sólo una burda mentira repetida por fujimoristas y apristas.

En cualquier caso, Berenson no se ha arrepentido, pero tampoco volverá a lo mismo. A los 41 años, después de casi tres lustros en las prisiones de Yanamayo (Puno), Huacariz (Cajamarca), Socabaya (Arequipa) y Chorrillos, lo único que debe ansiar es retornar a las comodidades de Nueva York.

¿Vuelven a las andadas?

Otra de las extravagantes mentiras de apristas y fujimoristas, es que el inexistente “rebrote” terrorista se debe a que miles de senderistas han salido de las cárceles por culpa de Valentín Paniagua y Alejandro Toledo, y que están cometiendo atentados.

Todo es falso. Han dejado la prisión los que han cumplido su pena (muchos sentenciados con leyes del primer gobierno de Alan García). Y de los que están libres, un porcentaje insignificante ha reincidido en actos terroristas.

El general (r) Marco Miyashiro, viceministro del Interior y ex jefe de la Dircote, dice que son tres, uno abatido y dos capturados. (“Por ahora no es recomendable una intervención en San Marcos”, La República, 27.6.10).

No es amenaza para el Estado

En realidad, Sendero Luminoso no constituye una amenaza para el Estado. Fueron derrotados decisivamente con la captura de Guzmán y la cúpula por el GEIN de la Policía el 12 de setiembre de 1992 y jamás volverán a desafiar a la sociedad peruana.

El Perú y el mundo del 2010 no son los de 1980, cuando iniciaron sus acciones armadas. En ese momento el comunismo había alcanzado su máxima expansión en el planeta, y el Perú venía de una larguísima dictadura militar de doce años, que había agitado y sacudido el país, que estaba convulsionado por violentos disturbios sociales y políticos.

Sendero tenía un atractivo para un pequeño pero activo sector de la población.

Hoy el comunismo prácticamente ha desaparecido en el mundo, ya no hay guerrillas izquierdistas actuando, salvo residuos que subsisten gracias al narcotráfico, como las FARC. El Perú ha progresado, el crecimiento reciente ha disminuido la pobreza y mejorado las condiciones de vida de millones de peruanos. Y la sociedad, en particular la juventud, es muchísimo menos ideológica que hace treinta años.

Los que sostienen que podemos tener otra vez un senderismo como el de los 80 y 90, o son ignorantes o mienten deliberadamente. Eso no va a ocurrir.

Sicarios del narcotráfico

La única facción senderista que ha crecido es la del VRAE, que dirige “José”. Y ha crecido no por culpa de un par de leyes, como repiten apristas y fujimoristas, sino por la incompetencia de este gobierno y los militares encargados de la zona.

Esos terroristas en los últimos años han cosechado varias victorias y han incrementado sustancialmente su armamento, gracias a la absurda estrategia de los militares de poner bases en el Viscatán y otros lugares. (Bases que ya retiraron silenciosamente).

El resultado fue desastroso. Unos 50 militares y policías abatidos, un helicóptero derribado y un arsenal en manos de los terroristas que, además, recuperaron un atractivo que habían perdido hace tiempo. Eso explica que por primera vez luego de muchos años, pudieron captar –por un breve lapso, es cierto– a algunos estudiantes de la universidad de Huamanga.

Pero los grupos terroristas que todavía subsisten en el VRAE y el Alto Huallaga, son básicamente sicarios del narcotráfico, que es la verdadera amenaza.

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Tomado de: http://www.larepublica.pe/controversias/04/07/2010/la-realidad-de-sendero

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