El problema con los desfiles escolares militarizados.
Por Augusto Álvarez Rodrich
La República, Lima, sábado, 17/07/2010
Sin dejar de reconocer el papel importante que –en balance– han cumplido las fuerzas armadas en la historia peruana, no se puede aceptar el error demasiado frecuente de querer entregarle el monopolio del amor a la patria a lo militar y sus símbolos, lo cual constituye una equivocación garrafal que se fundamenta en creencias que no por antiguas dejan ser absurdas.
Dicho error se vuelve más obvio y patético durante las fiestas patrias, cuando se exacerba el componente militar de las celebraciones, reforzando de ese modo el sentido castrense que se le quiere impregnar a un sentimiento de cariño a la patria que no tiene por qué vincularse exclusivamente a un fusil, un tanque –incluso si es chino y prestado para un desfile– o una marcha de tambores de guerra.
¿Por qué no se podrían exhibir símbolos, gestos y acciones que se asocien a un entendimiento más amplio y menos restringido de lo que es el amor a la patria que lo estrictamente militar? ¿Por qué un soldado simbolizaría más la patria que un maestro, un médico o un cantante? ¿Por qué podría pensar un ministro de Defensa que su cargo está más vinculado al respeto a la patria que sus colegas de Salud, Economía o Transporte? ¿Por qué un desfile militar escolarizado sería una expresión de respeto a la patria superior a un pasacalle?
En este contexto cobra especial relevancia el papel de los desfiles de Fiestas Patrias, desde los que organizan tradicionalmente las fuerzas armadas el 29 de julio hasta los que replican los colegios con los desfiles escolares militarizados.
En este sentido, quiero aunarme a los comentarios realizados en estos días por educadores como León Trahtemberg o Idel Vexler en contra de los desfiles escolares militarizados como forma exclusiva de expresión patriótica. La celebración de las Fiestas Patrias no debe limitarse a los desfiles escolares.
En este sentido, es valiosa la disposición del Ministerio de Educación de prohibir que se destinen horas de clase al ensayo de desfiles escolares y, simultáneamente, animar a los colegios a celebrar las Fiestas Patrias con expresiones de otra índole, como actividades culturales o deportivas, pasacalles, festivales gastronómicos, visitas a museos y lugares históricos, o campañas de ayuda comunitaria.
El fortalecimiento de la identidad peruana, de la conciencia histórico-nacional y el homenaje a nuestros héroes no solo se puede realizar con competencias de levantamiento de piernas. La patria es, aunque con frecuencia no se den cuenta las autoridades civiles del ámbito militar, algo mucho más amplio que la perspectiva que se tiene desde un cuartel.
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Tomado de: http://www.larepublica.pe/claro-y-directo/17/07/2010/el-monopolio-del-amor-la-patria
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La república tutelada
Por Nelson ManriqueLa República, Lima, martes, 20/07/2010
La discusión sobre el desfile de Fiestas Patrias debiera revisar cómo se construye la historia patria y la relación entre civiles y militares. Tradicionalmente, el desfile militar –y su réplica escolar, el desfile militarizado de los estudiantes– constituye el núcleo de la celebración de nuestras Fiestas Patrias. Pero no existe ninguna razón por la que deba identificarse la Nación con sus institutos militares y a estos como los tenedores monopólicos del patriotismo. Que así suceda es una consecuencia del peso del militarismo en el Perú.
Basta revisar la historia para constatarlo: a lo largo de todo el siglo XIX sólo tuvimos dos presidentes civiles: Manuel Pardo en 1872 (que se pasó sus 4 años de gobierno debelando intentos de golpe militar) y Nicolás de Piérola en 1895, que llegó al poder gracias a una guerra civil. En el siglo XX estuvimos bastante más tiempo bajo el gobierno de militares y de regímenes cívico-militares que de gobiernos civiles. Un detalle que ayuda a entender nuestra derrota en la guerra con Chile es que mientras que entre 1821 y 1872 el Perú fue gobernado exclusivamente por militares Chile vivió hasta la guerra bajo gobiernos constitucionales, sin un solo golpe militar.
La Independencia del Perú sólo pudo conseguirse gracias a la intervención de dos ejércitos extranjeros, dirigidos por San Martín y Bolívar, respectivamente. Los peruanos que participaron lo hicieron o incorporándose en uno de estos ejércitos foráneos (se les sentía tan extranjeros que en 1826 se hizo una insurrección para obligar a las tropas de Bolívar a irse del país) o formando destacamentos irregulares, como las guerrillas de la sierra central. Pero nuestras conmemoraciones patrias presentan la Independencia como un logro de las fuerzas armadas peruanas, mientras que se excluye a las guerrillas y sus integrantes de la memoria oficial.
Revisemos la conmemoración patria de la mayor potencia militar del mundo: los Estados Unidos. Las fuerzas armadas de los EEUU han ganado dos guerras mundiales y son el más grande poder militar de la historia de la humanidad. Pero allí a nadie se le ocurriría celebrar su día nacional con un desfile militar. Para los norteamericanos la conmemoración del 4 de julio tiene el sentido de una gran fiesta popular, con representaciones festivas que recrean episodios históricos de la guerra de la Independencia, en las que marchan hermanados los soldados junto con los guerrilleros que realizaron esa gesta. Se trata, ante todo, de la reafirmación de la idea de que la construcción de la Nación es una tarea de todos y que los militares no tienen el monopolio del patriotismo. Por algo desde la Segunda Guerra Mundial no ha habido un solo golpe militar en los países desarrollados. Huelgan las comparaciones. No hay pues razones históricas que justifiquen el papel que se otorga en el Perú a lo militar en la conmemoración de la fiesta nacional.
La razón que subyace a esta manera de representarse el patriotismo es la pretensión de que las FFAA son “instituciones tutelares de la Patria”, una fórmula repetida una y mil veces en los discursos oficiales. Este discurso fue muy útil para utilizar a los militares para mantener apartados del poder al APRA y el PC, cumpliendo el papel de “perro guardián de la oligarquía”, según recordó Juan Velasco Alvarado en un discurso.
Tutela, de acuerdo al Diccionario de la RAE, es la autoridad que se confiere a alguien “para cuidar de la persona y los bienes de aquel que, por minoría de edad o por otra causa, no tiene completa capacidad civil”. A ese nivel de minusvalía se reduce a la Patria en este discurso patriotero. Y si ya es disparatado pretender que la Patria debe ser tutelada lo es aún más pretender que son las FFAA las llamadas a ejercer una tutela sobre la institución política por excelencia, cuando, de acuerdo a la Constitución, ellas son una institución apolítica (Art. 169°).
Una relación saludable entre civiles y militares sólo es posible allí donde el poder militar se subordina al poder civil, como manda la Constitución. Lo demás es tener espíritu de rabonas.
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Tomado de: http://www.larepublica.pe/columna-en-construccion/20/07/2010/la-republica-tutelada= = = =