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domingo, 1 de abril de 2007

Uso y Abuso de la Historia: Perú



Uso de la bandera neo-inca ajedrezada en ceremonia neo-indigenista en el sitio arqueológico de Pachacamac durante el solsticio de verano de diciembre del 2006 (foto de Claudia Alva, "La República")


Perú: Inventando Tradiciones ... ¿andinas o turísticas?

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"La Republica", suplemento "Domingo", Lima, domingo 31 de diciembre, 2006

Fe andina

http://www.larepublica.com.pe/content/view/136839/

Ante la mirada fascinada de decenas de turistas y peregrinos, dos "aukis" (ancianos) provenientes de diversas culturas de raíces precolombinas celebraron el Cápac Inti Raymi, la fiesta del solsticio de verano, al estilo de sus ancestros. Fue en el santuario de Pachacamac, frente al mar de Lurín. Todo un testimonio de religiosidad andina.

Por Luis Arriola.
Fotos: Claudia Alva.



Sonidos de pututos y quenas recorrieron los adobes del santuario de Pachacamac ese jueves 21 de diciembre, mientras el incienso purificador se expandía entre los peregrinos.

Como siglos atrás, la ceremonia del Cápac Inti Raymi se hacía en un lugar sagrado. Sobre coloridas mantas, los "aukis" Vidal Ayala, de la comunidad Inti Ayllu, de Ollantaytambo, y Mariano Pachaguaya de comunidad Rosaspata, de Bolivia, preparaban las ofrendas dedicadas a la Pachamama.

Los "aukis" son los abuelos sabios de nuestra cultura amerindia, los depositarios de todo el saber y la fe religiosa de las culturas precolombinas.

"Todas las culturas antiguas celebraron el arribo de los solsticios, tanto de verano como de invierno, para agradecer a la naturaleza por la vida", explica el abuelo Ayala.



[ Foto: El abuelo Vidal Ayala entrega uno por uno los regalos a la venerada Pachamama, al estilo quechua. ]

Su rostro tiene surcos como de chacra y su barba es como el algodón, blanca y amplia. Para él, ni los más de 500 años de influencia española pudieron desterrar la costumbre de visitar los antiguos centros de adoración. Por eso vinieron de tan lejos, para agradecer a la Pachamama por la vida.

"Del vientre de mi madre vine marcado para ser un abuelo. Pero hay gente que nos imita y se hacen llamar chamanes, pero son payasos. Hay gente que comercializa nuestras costumbres", denuncia.

Este peregrinaje se ha dado sin drogas. La única adicción que comparten es la fe en las costumbres antiguas, en la confianza de la medicina natural y en el rezo de corazón. Por eso el abuelo Ayala reclama que ya basta de pedirle a Dios que brinde el pan de cada día, si él no es panadero.

"Hay que rezar con sinceridad. Nos han enseñado mal, nos han enseñado a repetir y Dios no está sordo", dice.

Los abuelos no tienen religión, ellos son hombres religiosos que caminan para enseñar la pureza del alma. Para el abuelo Ayala, la diferencia entre abuelo y viejo es notoria. El primero salta, canta y vive las costumbres de sus ancestros, y el segundo está postrado.

La ceremonia

Sobre una gran manta artesanal descansa la ofrenda, que a la vez reposa en una hoja de papel regalo. El primer piso es de algodón y poco a poco se va llenando de regalos a la Pachamama.



[ Foto: Estrellas de mar, conchas, claveles y hojas de coca para la ofrenda. ]

Desde pimienta molida para la fuerza, azúcar y chocolates para la dulzura, imanes para atraer el dinero y, no se vaya, pica pica para la alegría, galletas para el postre, hojas de salvia para acabar con la envidia, claveles rojos y blancos como regalos, lentejas y quinua para que la comida no falte y mucho más.

Cuando el abuelo Ayala termina le cede el turno al abuelo aimara Mariano, quien también es conocido en su tierra como amauta. Su ofrenda está a pocos metros y los peregrinos toman cinco hojas de coca y las ofrecen a la Pachamama. La cola se hace larga y el único requisito se respeta: solo en parejas. Cuando las dejan cierran los ojos con devoción y murmuran para adentro sus pedidos: salud, dinero, amor, éxito.

"Hace 10 mil años se hacía esta ceremonia para saludar a la Pachamama. Hay que obedecer sus costumbres, porque nosotros somos parte de ella. Cuando muramos, nos volveremos a juntar", dice.

El amauta Mariano es de Tiahuanaco y ha venido con la abuela Isabel Calisaya. Su ofrenda tiene la función de un plato de comida. Se ofrece lo mejor para que la Pachamama disfrute y también beba gotas de vino y chicha de jora.

"Antes solo había 4 suyos y todos éramos hermanos. El color de la piel y de la cabellera no interesa", afirma.

A un lado, un grupo de canadienses participa de la ceremonia con instrumentos musicales sioux. Con legendarios gritos de guerra, tocados por gente blanca y cantados por un joven con ropas indias, la ceremonia continúa.



[ Foto: Danzantes de tijeras ofrecieron sus saltos al santuario de Pachacamac. ]

El amauta Mariano, con su poncho verde y piel dorada por el padre sol, sonríe porque cada día hay más personas que despiertan por sus creencias ancestrales. Por eso recomienda visitar las huacas donde las oraciones salen solitas, sin esfuerzos memorísticos.

"Se siente la energía en cada huaca que hemos visitado. Y en Cusco mucho más porque es un lugar con energía cósmica", comenta y entre sus dientes se distinguen pequeños restos de hojas de coca chacchadas.

Sus abuelos y padres también fueron amautas y le enseñaron a vivir sin mentiras, a predicar con palabras y acciones, a ofrendar a la Tierra y al Sol. Para no desconectarse de sus creencias sigue cultivando la tierra. "Tenemos que compartir la sabiduría, ganamos todos si compartimos", afirma mirando el lejano mar.

Poco después, el abuelo Clemente Morales, de Lima, también realizará su ofrenda. Cuando finaliza, todos los regalos son levantados con cuidado y de la cima de la Huaca del Sol, una procesión desciende para quemarlos.

[ Foto: Con los brazos en alto se festejó la ofrenda. La música del grupo Pachacamac estuvo en la ceremonia. ]

Los abuelos llevan la bandera del Tahuantinsuyo desplegada y sostenida por sus cuatro puntas. Los creyentes van detrás. Han venido de varios países –Argentina y Colombia– y departamentos. Son peregrinos que aceptan que la sabiduría es una actitud frente a la vida. Los acompañan danzantes de tijeras y los violines y arpas no dejan de tocar.

Algunos descienden sin zapatos porque quieren recibir la energía de la huaca. Otros los usan como el señor Carlos Milla, quien a los 65 años se rebautizó con el nombre de Wayra Katari, que significa Serpiente del Viento en aimara.

"No tenemos religión, tenemos costumbres. Los maestros mayas decían que los pueblos inferiores inventan a dioses y creen en dioses. En cambio los superiores encuentran la forma de superar la naturaleza. Nos estamos reintegrando los amerindios", dice.

Al llegar a la pira que elevará las ofrendas al Sol se forma un círculo humano. Todos de las manos y el saludo "Feliz Cápac Inti Raymi" circula entre abrazos y apretones de manos, parecido al "démonos la paz", de la misa católica.



[ Foto: Los peregrinos de diversas nacionalidades ofrendaron la hoja de coca. ]

Poco después vuelven a sonar los pututos y los peregrinos y los abuelos miran el humo del pago a la tierra ascender por el milenario viento, como plegarias difuminadas uniendo Tierra y Sol, a la Pachamama y al Inti .

Cifras

65 grupo étnicos viven en la costa, sierra y selva de nuestro país.

6 huacas visitaron los abuelos en Lima y también rindieron una ofrenda al mar, a la Cochamama.

1,500 años antes de la llegada de los españoles, Pachacamac ya era un santuario.

1,309 huacas hay en el departamento de Lima.


Tarea cumplida

El grupo musical Pachacamac organizó el peregrinaje. Ellos trabajan con instrumentos ancestrales para revalorar la conmovisión andina. "Nuestras creaciones musicales están ligadas a la cultura autóctona. Siempre participamos en rituales y ofrendas", afirma Giovanna Ramos. Acaban de grabar el CD De la ciudad a las huacas, inspirado en estos centro religiosos. El encuentro místico se pudo realizar por el apoyo de los peregrinos.

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