El empedrado camino de la cultura
Por Augusto Álvarez RodrichLa República, Lima, Viernes, 11/06/2010
Una muy buena intención con una pésima resolución.
A veces, la buena intención se vuelve, por el modo en que se quiere conseguir, en la peor manera de supuestamente lograrla. Es el caso del proyecto de ley de mecenazgo cultural que ojalá que el pleno tenga la sensatez de devolverlo para que sea rehecho y no quede como lo aprobó la comisión de Economía del Congreso.
El proyecto es de la congresista Luciana León, quien antes ha tenido iniciativas con resultados alentadores como en el caso de la reducción de las tasas impositivas a los espectáculos, lo cual ha sido clave para poner al Perú en el mapa de las giras de varios de los grupos de rock más importantes del mundo.
Pero el proyecto de mecenazgo cultural tendrá un resultado muy distinto. Este pretende autorizar a que las empresas puedan deducir el 100% de la donación destinada a infraestructura o a actividades con fines culturales, siempre que ese monto no exceda el 50% de su pago del impuesto a la renta.
Con buen ojo marketero, León ha señalado que, de aprobarse su proyecto, una de las primeras obras que se podrían poner en marcha sería la mejora de la infraestructura del local del Conservatorio Nacional de Música. ¿Quién podría oponerse a un objetivo valioso como ese? ¿Quién podría estar en contra de que el Estado apuntale proyectos culturales cuya necesidad social compite con la escasez de recursos para esos fines?
Nadie debiera oponerse a ello. Pero lo que sí es indispensable es que se demande rigor y calidad en la definición del instrumento para conseguirlo, que es, justamente, lo que escasea en la iniciativa de mecenazgo cultural aprobada por la comisión de Economía del Congreso.
Al respecto, el Instituto Peruano de Economía (IPE) ha sustentado con precisión, en su ‘Comentario Diario’ de anteayer, el desacierto de este proyecto debido a lo contraproducente que resulta hacerlo a través de beneficios tributarios.
“Como ocurre con las exoneraciones tributarias, no se promoverá la competencia en la provisión de bienes culturales: se beneficiará a quienes no se quiere y se complicará aún más la administración tributaria”, concluye el IPE sin dejar de estar de acuerdo con que es razonable que el Estado intervenga en el mercado de bienes culturales debido a la existencia de lo que los economistas llaman ‘fallas del mercado’.
Las exoneraciones tributarias, añade con razón el IPE, son un pésimo instrumento para solucionar esas fallas, y sugiere, alternativamente, propuestas como un fondo concursable para promover actividades culturales, lo cual es, sin duda, una mejor manera de lograr un fin vital para la sociedad como la promoción de la cultura.
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Tomado de: http://www.larepublica.pe/claro-y-directo/11/06/2010/el-empedrado-camino-de-la-cultura
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