Espacio virtual creado realmente por Nicanor Domínguez. Dedicado a la historia del Sur-Andino peruano-boliviano.

domingo, 4 de julio de 2010

Naciones y Nacionalismos

Nacionalización de las masas (I)

Por Manuel Burga

La República, Lima, jueves, 29 de octubre de 2009

A menudo se dice que si Immanuel Kant hubiera leído la Ciencia Nueva de Vico (1725) otra quizá hubiera sido la naturaleza de su Crítica de la razón pura de 1781. Igualmente me pregunto qué habría pasado si el libro de George L. Mosse, La nacionalización de las masas, de 1975, hubiera sido atentamente leído por el Anderson de Comunidades imaginadas de 1983. Me parece que otra podría haber sido la naturaleza de su teoría sobre el nacimiento de las naciones modernas en Europa y en el mundo; quizá un poco más completo su concepto de nación como artefacto cultural o comunidad imaginada.

La traducción de este libro de Mosse fue publicada en España en 2005, lo que motivó que su autobiografía, Haciendo frente a la Historia, pronto se publique el 2008 en la Universidad de Valencia. Mosse nació en Alemania (1919) en el seno de una familia judía burguesa, bastante acomodada, que tuvo que dejar prácticamente todo con el ascenso del nacionalsocialismo y radicarse en los EEUU hasta su muerte (1999). Su obra como historiador, sin lugar a dudas, forma parte de esa singular historiografía judía que ha renovado el conocimiento del siglo XX desde la dramática experiencia de la Segunda Guerra Mundial.

En su libro, de una manera bastante original para esa fecha –anunciando los ahora denominados cultural studies– analiza el proceso de nacionalización de las masas en la Alemania moderna, desde la unificación de Bismarck (1871–1890) hasta el Tercer Reich (1933-1945) de Hitler. Nos presenta el rostro feo del nacionalismo, el que desemboca en el nacionalsocialismo nazi y en el fascismo de Mussolini. Quizá por esto se le ha ignorado, por su mirada interesada, desde los que sufrieron ese proceso. Sin embargo, me parece particularmente interesante, desde nuestro país, tenerlo en cuenta, leerlo, debatirlo si es posible, desde un escenario bastante impregnado de gestos, emociones y actitudes nacionalistas, a veces ultranacionalistas.

Me limitaré a presentar, esta vez, algunas ideas y evidencias de sus primeros cinco capítulos, donde estudia la secularización de los cultos de masas, antes esencialmente religiosos y dinásticos. Un proceso que se inicia con la Revolución Francesa de 1789, con el culto a la “Diosa razón”, por ejemplo, que en el siglo XIX, en pleno romanticismo, el proceso alumbra los nuevos cultos a la soberanía popular, la voluntad general, el pueblo y fundamentalmente a la nación.

Muestra, con buenos ejemplos, cómo la modernidad trajo consigo el regreso a Grecia y Roma antiguas. La belleza griega, el perfil apolíneo, la raza blanca, la monumentalidad del coliseo romano y aun de las viejas pirámides egipcias, son reinterpretadas y repetidas. Había que exaltar la unificación nacional alemana y para eso los arquitectos, políticos, escritores, poetas y artistas buscan expresarla a través de la belleza del mundo antiguo. El nacionalismo alemán comienza a nutrirse también de sus propias sabias históricas, del mundo germánico. De esta confluencia salen mitos, símbolos e historias que exaltan la nación alemana, que se materializa en festejos, fiestas patrióticas, exaltación del héroe y festivales wagnerianos, por ejemplo.

El libro produce escalofríos cuando ese proceso nacionalista, de recuperación de las raíces históricas, a partir de 1933, con el inicio del Tercer Reich, es acompañado de monumentalidad arquitectónica, desfiles militares, exaltación de la “raza aria”, proclamas de orden, disciplina y antisemitismo. No sorprende la manera cómo la obra del compositor Richard Wagner (1813-1883), con sus grandes óperas, particularmente Lohengrin, Tristán e Isolda y Parsifal, es utilizada para manipular las emociones populares nacionalistas. Por eso Mosse afirma: “La influencia de Bayreuth y de las óperas de Wagner sobre el desarrollo mental de Hitler no precisa de más pruebas”.

- - - -

Tomado de: http://www.larepublica.pe/aproximaciones/29/10/2009/nacionalizacion-de-las-masas-i

= = = =

Nacionalización de las masas (2)

Por Manuel Burga

La República, Lima, jueves, 12 de noviembre de 2009

El subtítulo del libro de George L. Mosse, que sigo comentando, Simbolismo político y movimientos de masas en Alemania desde las Guerras Napoleónicas al Tercer Reich, es muy explicativo. Su tema central es la historia del nacionalismo alemán, al que presenta como nueva religión secular que el nacionalsocialismo nazi eleva a su máxima expresión en el siglo XX. Es un análisis bastante desapasionado, más bien sociológico, antropológico y hasta culturalista. Lo que el autor quiere mostrarnos es el advenimiento y desarrollo de esta nueva religión secular, analizando su recorrido hasta convertirse en fascismo. Un proceso que cuando uno lo vive, como nosotros en la actualidad, en nuestro país y en A[mérica] L[atina], no es tan consciente de la pérdida de soberanía individual, ni de la mimetización que sufre.

La instalación del mundo moderno, en la Europa del siglo XIX, hizo volver los ojos sobre el mundo clásico, Grecia, Roma, y a sus ideales de belleza y de una raza superior. Los ritos y liturgias de las monarquías absolutas se derrumbaron y comenzaron a ser reemplazados por la nueva religión secular de culto al pueblo, a la soberanía popular y a la nación. La monarquía absoluta había ordenado toda la vida social y política anterior, ahora, cuando algunos reyes habían sido incluso ejecutados, es lógico pensar en una dramática metamorfosis para cambiar mitos, símbolos y liturgias.

El libro nos muestra cómo las asociaciones alemanas de gimnastas, de coros masculinos, de teatro popular, se multiplican difundiendo los nuevos mensajes. Miles de integrantes de estas asociaciones nacionalistas amplían las fraternidades y buscan reencontrarse con sus raíces históricas, griegas, romanas y sobre todo germánicas. Se reinventa el viejo teatro germánico convertido en nuevo teatro popular, donde los espectadores pueden ser actores, para experimentar mejor las emociones. En la obra musical de Richard Wagner esta apropiación del pasado adquiere niveles de grandiosidad y de refinada espiritualidad.

Las liturgias tradicionales son transformadas por el nacionalsocialismo. Se construyen monumentos, organizan grandes festejos nacionalistas y finalmente aparecen los grandes movimientos de masas, los desfiles, las banderas con la esvástica y los discursos del führer. La búsqueda de mitos y símbolos en la historia lejana es uno de los mecanismos que todas las naciones utilizan para autoafirmarse y para construir sus identidades en este encuentro entre pasado y presente.

Casi al final de su libro el autor se pregunta: “¿Por qué esta preocupación por la dimensión histórica se convirtió en algo tan urgente precisamente a comienzos del siglo XIX?”. La respuesta es muy simple: los efectos desestabilizadores de la naciente industrialización en Europa y el advenimiento de las nuevas repúblicas. El tiempo parecía transcurrir más rápido. “Apelar a la historia es una forma de organizar el tiempo, de sobrellevar la velocidad”. El rescate del pasado no se limitaba a mitos, símbolos, personajes, fechas, sino también a canciones, música, indumentaria y hasta comidas. El nacionalsocialismo se montó sobre este proceso y lo convirtió en ultranacionalismo, con todo lo que trajo consigo de dictadura, guerra, genocidio e intolerancia.

El autor termina advirtiéndonos: “Este libro se enfrenta a un pasado que, para la mayoría de los hombres, parecía haber terminado con la Segunda Guerra Mundial. En realidad sigue siendo historia contemporánea”. Esta terrible experiencia europea, aparentemente tan lejana, podría estar también muy cercana, y por eso sí nos debe preocupar, ya que estamos viviendo, ahora mismo en América Latina, un proceso similar, al que muchos parecen sumarse, sin mayores reparos, ni reflexión. Nación sí, pero nacionalismos exagerados, excluyentes, intolerantes, tal como algunos políticos parecen expresarlos y fomentarlos, nos deben invitar a pensar en que la historia sí puede enseñar, cuando queremos aprender.

- - - -

Tomado de: http://www.larepublica.pe/aproximaciones/12/11/2009/nacionalizacion-de-las-masas-2

= = = =

No hay comentarios.: